La génesis de un paisaje tropical
Hecho colonial, mitología nacional y violencia en la cuenca media del río Magdalena, Colombia
Part of the Los hombres entigrecidos series
El ciclo de violencias iniciado en los años treinta del siglo XX supuso el colapso de la cuenca media del río Magdalena como un mundo que escindido del mito pero apenas incurso en la historia era por lo mismo un mundo mitológico. Lo anterior supuso el derrumbe de unas estructuras primordiales con sus prácticas, lo que dejó un repertorio de fragmentos dispersos en la forma de especies náufragas, figuras a medio camino entre el mito y la historia. Estas figuras vagarán errantes en adelante como expresiones de la naturaleza en medio de la cultura o como expresiones de la cultura dentro de la naturaleza que habrán de insertarse en el discurrir del ciclo de violencias, fungiendo incluso como referencia, fuente o criterio para comprenderlas o interpretarlas cuando estas se tornen extrañas o abiertamente oscuras.
Las especies náufragas se convertirán entonces en modos de mantener la capacidad de simbolizar frente a la conculcación de lo simbólico que acomete lo violento. Una de estas especies náufragas será el indio antiguo, una entidad fantasmal que utilizada para comprender o interpretar las violencias, incluso para esencializarlas, apenas es una proyección parcial de lo que sería la fuente auténtica de estas. El repertorio de fragmentos del mundo mitológico con sus usos en los ciclos de violencias ha jugado un papel determinante en la invención de la región del Magdalena Medio. Esta es la mímesis cuarta del hecho colonial en la mitología nacional.
Poética de la tierra caliente
Hecho colonial, mitología nacional y violencia en la cuenca media del río Magdalena, Colombia
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La introducción del modo de producción moderno supuso que la cuenca media del río Magdalena transitó de un mundo mítico que se expresaba en el canto y la poesía a un mundo histórico que era expresado por la historia y la novela. La poética de la tierra caliente será al mismo tiempo producto y forma de conciencia de un mundo orquestado por unas faenas sociales concretas, de las atadas a la ribera y a la selva, de las emplazadas en medio de los cultivos, de las adentradas en las profundidades de las minas, de las que surgieron con las aldeas primordiales.
El ascenso y la caída de estas faenas sociales, su expansión así como su declive, fueron capturados por esta poética de la tierra caliente en la forma de unas tragedias amorosas, de unos sentimientos sublimes socavados por distintas adversidades, en las que siempre se dibujaba la presencia del indio antiguo. Los sufrimientos del modo de producción colonial irredimibles por cuenta del modo de producción moderno afianzaron la idea de que estos eran naturales del trópico profundo y, como tales, partícipes de las propias idiosincrasias de las gentes. Para esta invención idiosincrática del sufrimiento que culpaba a la naturaleza más que al modo de producción resultó indispensable poner en circulación al indígena en la forma de indio antiguo. Esta es la mímesis segunda del hecho colonial en la mitología nacional.
El río de las tumbas
Hecho colonial, mitología nacional y violencia en la cuenca media del río Magdalena, Colombia
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La imagen de la guerra de pacificación resultó determinante no solo para sujetar a los pueblos indígenas caribes sino para la invención del indio antiguo. De un lado, para inventarlo como una entidad belicosa, idólatra y caníbal sobre la cual fue exaltado el conquistador español como una figura heroica portadora de una civilización bondadosa. De otro lado, para inventar al indio antiguo como una figura igualmente heroica que supo enfrentar hasta la muerte a una civilización codiciosa, cruel y expoliadora. No obstante, la relevancia de la figura de la guerra de pacificación que permitió erigir héroes antagónicos solapa, oculta o niega que los pueblos indígenas caribes no sucumbieron en la batalla, sino que fueron sometidos brutalmente durante siglos a las faenas originales del modo de producción colonial, como la boga en el río, el guaqueo en las minas, el trasegar en el cultivo y la dedicación en el trapiche. La invisibilidad de la intemperancia de estas faenas, de las crueldades que introdujeron, de las muertes que provocaron, crearon la imagen de que era la naturaleza en su salvajismo la fuente de los inevitables sufrimientos humanos en la cuenca media del río Magdalena. Esta es la mímesis primera del hecho colonial en la mitología nacional.
El trópico en escombros
Hecho colonial, mitología nacional y violencia en la cuenca media del río Magdalena, Colombia
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En las últimas décadas del siglo XX la cuenca media del río Magdalena era un territorio azotado por distintas violencias protagonizadas por guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes y fuerza pública. Bajo este espacio incandescente, como durmientes casi imperceptibles, estaban las ruinas de unas estructuras culturales venidas a menos, unas faenas tradicionales apocadas o disminuidas y unas idiosincrasias de provincia derruidas que estaban reducidas apenas a estereotipos que parecieran vivir, en muchos casos, con creencias de otros tiempos.
En estas circunstancias no era extraño encontrar en distintos parajes las trazas bastante tenues de unas figuras que pertenecientes a tiempos mitológicos sostenían algunas de las creencias que tenían las gentes sobre el presente inmediato. Entre esas figuras había una en especial: el indio antiguo, una imagen profusamente intervenida de los pueblos indígenas caribes, la cual aparecía en formas explícitas o implícitas asociada al discurrir persistente de las violencias en la región. Esta figura era el resultado de una mímesis última del hecho colonial en la mitología nacional que en las circunstancias de entonces permitía naturalizar la violencia. Con este hallazgo se inicia una indagación a las profundidades de la memoria, el imaginario y la violencia en Colombia.
Faenas de un mundo primordial
Hecho colonial, mitología nacional y violencia en la cuenca media del río Magdalena, Colombia
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La cuenca media del río Magdalena debe su carácter a unas faenas concretas, a unas prácticas sociales idiosincráticas, que hicieron a la naturaleza entre las gentes y a las gentes entre la naturaleza. Las faenas más remotas estarán asociadas a la profundidad de la ribera y de la selva, sujetas a las técnicas y tecnologías de sangre, dirigidas ante todo a la subsistencia, ajenas o negadas a cualquier pretensión de acumulación, propias de un territorio que estaba en las márgenes del mundo colonial. Las faenas más recientes estarán asociadas al campo domesticado, sujetas a las técnicas y tecnologías del vapor, pretendidas ante todo en la acumulación, propias de un territorio llamado a integrarse a un país que por su medio debía integrarse a su vez a la civilización moderna.
El mundo colonial atado a las técnicas y tecnologías de sangre estaba llamado a ser transformado definitivamente por el mundo moderno atado a las técnicas y tecnologías de vapor. Pero ello no sucedió: cada tentativa resultó si al caso pasajera, fuente de riquezas efímeras y ruinas casi eternas y, sobre todo, generadora de violencias atroces, conjunto de situaciones que fuera visto menos como el resultado de la precariedad de nuestras estructuras sociales y políticas con su inadecuación para insertarse al sistema mundial moderno y más como el efecto persistente de una naturaleza irredimible que era patente en la perseverancia del indio antiguo. Esta es la mímesis tercera del hecho colonial en la mitología nacional.