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Brodie empieza a estar desencantado de Inglaterra. Londres ya no le parece tan brillante y echa de menos a
su familia. Al final, no es tan inglés como pensaba y su ausencia de Escocia empieza a causarle añoranza.
Por suerte, tiene a Cecilia para recordar viejos tiempos, pero a las Wharton eso no les parece suficiente.
«-Yo solo digo que deberíamos encontrarle una esposa. -Katherine bajó la mano con la que lo había
saludado y miró a Emma.
-No empieces -pidió su hermana mayor.
La otra se inclinó para sortearla y mirar a Caroline, que estaba sentada junto a ella, algo complicado dado el
avanzado estado de gestación de Emma.
-¿Tú no piensas como yo?
-Me parece a mí -dijo Elinor adelantándose sin la menor contención-, que deberías meterte en tus asuntos,
hermana. No creo que Brodie necesite de tu ayuda para encontrar esposa. Se pasa la mayor parte del tiempo
espantando a las jovencitas que pululan a su alrededor constantemente. Si hubiese una entre ellas que le
interesase…».
Lavinia Wainwright ha sufrido un terrible cataclismo que ha hecho pedazos todo aquello en lo que creía y que
la sustentaba. Después de recluirse voluntariamente en un sanatorio, regresa a Londres para continuar con
su solitaria vida. Con su madre muerta, su padre en la cárcel y la que fue su casa convertida en un orfanato,
lo único que quiere es que la dejen en paz. Pero está claro que ese escocés de ojos azules y mirada burlona
no va a ponérselo fácil.
«-¿No le parece que es de mala educación hablar mal de mí en mi presencia?
-Supongo que está acostumbrada a que cuchicheen a sus espaldas, pero yo prefiero la opción directa. Es
más gratificante porque puedes ver la reacción en el otro. Como ahora mismo, esas mejillas sonrojadas y esos
ojos brillantes, no tienen desperdicio, se lo aseguro.
-Y luego quiere que lo trate como a un caballero.
-Solo si usted quiere que yo la trate como a una dama.
-La próxima vez que venga haré que lo atienda la señorita Perkins. Ella sabe poner a la gente en su sitio
mucho mejor que yo.
-Puedo comportarme como es debido si estoy con la persona adecuada.
-¿Está tratando de ofenderme?
-¿Se siente ofendida?
-En absoluto.
-Entonces no».
Lo detestaba, no había la menor duda. Nadie hablaría así a un escocés si no lo quería como enemigo...
su familia. Al final, no es tan inglés como pensaba y su ausencia de Escocia empieza a causarle añoranza.
Por suerte, tiene a Cecilia para recordar viejos tiempos, pero a las Wharton eso no les parece suficiente.
«-Yo solo digo que deberíamos encontrarle una esposa. -Katherine bajó la mano con la que lo había
saludado y miró a Emma.
-No empieces -pidió su hermana mayor.
La otra se inclinó para sortearla y mirar a Caroline, que estaba sentada junto a ella, algo complicado dado el
avanzado estado de gestación de Emma.
-¿Tú no piensas como yo?
-Me parece a mí -dijo Elinor adelantándose sin la menor contención-, que deberías meterte en tus asuntos,
hermana. No creo que Brodie necesite de tu ayuda para encontrar esposa. Se pasa la mayor parte del tiempo
espantando a las jovencitas que pululan a su alrededor constantemente. Si hubiese una entre ellas que le
interesase…».
Lavinia Wainwright ha sufrido un terrible cataclismo que ha hecho pedazos todo aquello en lo que creía y que
la sustentaba. Después de recluirse voluntariamente en un sanatorio, regresa a Londres para continuar con
su solitaria vida. Con su madre muerta, su padre en la cárcel y la que fue su casa convertida en un orfanato,
lo único que quiere es que la dejen en paz. Pero está claro que ese escocés de ojos azules y mirada burlona
no va a ponérselo fácil.
«-¿No le parece que es de mala educación hablar mal de mí en mi presencia?
-Supongo que está acostumbrada a que cuchicheen a sus espaldas, pero yo prefiero la opción directa. Es
más gratificante porque puedes ver la reacción en el otro. Como ahora mismo, esas mejillas sonrojadas y esos
ojos brillantes, no tienen desperdicio, se lo aseguro.
-Y luego quiere que lo trate como a un caballero.
-Solo si usted quiere que yo la trate como a una dama.
-La próxima vez que venga haré que lo atienda la señorita Perkins. Ella sabe poner a la gente en su sitio
mucho mejor que yo.
-Puedo comportarme como es debido si estoy con la persona adecuada.
-¿Está tratando de ofenderme?
-¿Se siente ofendida?
-En absoluto.
-Entonces no».
Lo detestaba, no había la menor duda. Nadie hablaría así a un escocés si no lo quería como enemigo...
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- SeriesLos McEntrie