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El libertino victoriano exclama "¡me gasto!" al eyacular.
Los textos agrupados en este libro cubren tópicos diversos. El primero repasa maneras de entender el amor carnal. El segundo -que amplía una conferencia reciente- reflexiona sobre alegría y tristeza, en el marco de las relaciones entre ética y medicina. El tercero abunda en esas relaciones, desde una microinvestigación sobre el vicio de apostar. El cuarto aborda la ebriedad como experiencia del mundo. El quinto versa sobre la eutanasia como bien o derecho universal.
Los capítulos sexto y séptimo son en realidad entrevistas, hechas a dos ancianos muy saludables. Numerarlos no indica cierto argumento único, que fuese desplegándose poco a poco, si bien su trasfondo es -una y otra vez la salud. Fuera de las limitaciones del autor, el nexo de unión entre estos bosquejos es pasar revista a algunas pasiones de manejo delicado, que parecen singularmente físicas o compulsivas si se comparan con otras de manejo aparentemente menos delicado, como la ambición de seguridad o la de mando. Sin embargo, al examinar con algún detalle esas pasiones -las reputadamente más compulsivas-, topamos ante todo con montañas de hipocresía. Y dichas montañas velan, a su vez, aquello que parece fundar la virtud: lo corpóreo es anímico y lo anímico corpóreo, nuestra naturaleza funde inseparablemente ser y pensamiento.
Los textos agrupados en este libro cubren tópicos diversos. El primero repasa maneras de entender el amor carnal. El segundo -que amplía una conferencia reciente- reflexiona sobre alegría y tristeza, en el marco de las relaciones entre ética y medicina. El tercero abunda en esas relaciones, desde una microinvestigación sobre el vicio de apostar. El cuarto aborda la ebriedad como experiencia del mundo. El quinto versa sobre la eutanasia como bien o derecho universal.
Los capítulos sexto y séptimo son en realidad entrevistas, hechas a dos ancianos muy saludables. Numerarlos no indica cierto argumento único, que fuese desplegándose poco a poco, si bien su trasfondo es -una y otra vez la salud. Fuera de las limitaciones del autor, el nexo de unión entre estos bosquejos es pasar revista a algunas pasiones de manejo delicado, que parecen singularmente físicas o compulsivas si se comparan con otras de manejo aparentemente menos delicado, como la ambición de seguridad o la de mando. Sin embargo, al examinar con algún detalle esas pasiones -las reputadamente más compulsivas-, topamos ante todo con montañas de hipocresía. Y dichas montañas velan, a su vez, aquello que parece fundar la virtud: lo corpóreo es anímico y lo anímico corpóreo, nuestra naturaleza funde inseparablemente ser y pensamiento.