EBOOK

About
Tras la muerte de Romeo y Julieta, Verona no encuentra la paz.
Lo que parecía el desenlace definitivo de una tragedia amorosa fue apenas el principio de una ciudad fracturada, consumida por el fuego, el orgullo y el peso de generaciones marcadas por el silencio.
La Caída de Dos Casas es una obra teatral profundamente poética que continúa la historia donde Shakespeare la dejó: en los escombros de un amor imposible, entre los restos carbonizados de dos familias que eligieron el odio sobre el entendimiento. Aquí no hay reconciliación fácil ni consuelo inmediato. Solo duelo prolongado, confesiones que llegan demasiado tarde y los ecos persistentes de nombres que alguna vez dominaron Verona.
En el centro de esta narrativa emerge Rosalina, la prima olvidada de Julieta y el primer amor de Romeo. Silenciada en la obra original, aquí toma protagonismo como el alma introspectiva de una ciudad herida. Su mirada, marcada por la pérdida y el desencanto, nos guía a través de las ruinas emocionales de la tragedia. A través de ella, el lector es testigo de las fracturas sociales, morales y personales que han quedado tras el sacrificio de los jóvenes amantes.
Personajes secundarios cobran nueva vida: Benvolio, el último Montesco, se convierte en símbolo del aislamiento y del abandono de legado; el Fraile Lorenzo, roto por su culpa, escribe una confesión cuando ya nadie puede salvarse; el Príncipe, antes figura de autoridad, pierde el control de una Verona que arde desde dentro. En este universo reimaginado, cada figura representa una parte del duelo colectivo que los muros de Verona intentan contener.
Mientras la ciudad colapsa en violencia civil, los fragmentos de ambas casas se enfrentan no solo entre sí, sino también contra el reflejo incómodo de su propio legado. Padres que entierran a sus hijos. Hijos que nunca llegan a conocer el amor real. Una ciudad que confunde justicia con venganza, y silencio con paz.
Dividida en cinco actos y un epílogo, esta obra equilibra lenguaje lírico con escenas de profunda carga emocional y potencia escénica. Cada acto está impregnado de simbolismo visual: cenizas que flotan como memorias, tumbas que no logran cerrar historias, y silencios que hablan más fuerte que las palabras. El silencio, aquí, no es ausencia: es una forma de resistencia, de duelo, de verdad contenida.
Los temas que atraviesan la obra-memoria colectiva, culpa heredada, pérdida no resuelta, redención silenciosa y reconstrucción social-la convierten en mucho más que una continuación: es una relectura cultural, política y emocional de un mito eterno. En el corazón del texto hay preguntas urgentes y atemporales:
• ¿Quién tiene el derecho de contar una historia?
• ¿Es preferible una mentira hermosa a una verdad dolorosa?
• ¿Puede un niño con una pluma restaurar lo que el odio destruyó?
Rudolph Ortiz, dramaturgo chicano de primera generación, estudiante de antropología y sociología, y apasionado de la literatura gótica y poética, ofrece con esta obra una visión crítica y conmovedora del universo shakesperiano. Su formación académica y su identidad cultural se entretejen para rescatar voces olvidadas, reinterpretar el legado clásico y humanizar la tragedia más allá del romance.
La Caída de Dos Casas no es una historia de amor.
Es lo que queda cuando el amor ha muerto.
Es el eco de los que sobrevivieron.
Y es la promesa de que, si alguna vez se vuelve a contar esta historia,
no sea desde el mito... sino desde la verdad.
Lo que parecía el desenlace definitivo de una tragedia amorosa fue apenas el principio de una ciudad fracturada, consumida por el fuego, el orgullo y el peso de generaciones marcadas por el silencio.
La Caída de Dos Casas es una obra teatral profundamente poética que continúa la historia donde Shakespeare la dejó: en los escombros de un amor imposible, entre los restos carbonizados de dos familias que eligieron el odio sobre el entendimiento. Aquí no hay reconciliación fácil ni consuelo inmediato. Solo duelo prolongado, confesiones que llegan demasiado tarde y los ecos persistentes de nombres que alguna vez dominaron Verona.
En el centro de esta narrativa emerge Rosalina, la prima olvidada de Julieta y el primer amor de Romeo. Silenciada en la obra original, aquí toma protagonismo como el alma introspectiva de una ciudad herida. Su mirada, marcada por la pérdida y el desencanto, nos guía a través de las ruinas emocionales de la tragedia. A través de ella, el lector es testigo de las fracturas sociales, morales y personales que han quedado tras el sacrificio de los jóvenes amantes.
Personajes secundarios cobran nueva vida: Benvolio, el último Montesco, se convierte en símbolo del aislamiento y del abandono de legado; el Fraile Lorenzo, roto por su culpa, escribe una confesión cuando ya nadie puede salvarse; el Príncipe, antes figura de autoridad, pierde el control de una Verona que arde desde dentro. En este universo reimaginado, cada figura representa una parte del duelo colectivo que los muros de Verona intentan contener.
Mientras la ciudad colapsa en violencia civil, los fragmentos de ambas casas se enfrentan no solo entre sí, sino también contra el reflejo incómodo de su propio legado. Padres que entierran a sus hijos. Hijos que nunca llegan a conocer el amor real. Una ciudad que confunde justicia con venganza, y silencio con paz.
Dividida en cinco actos y un epílogo, esta obra equilibra lenguaje lírico con escenas de profunda carga emocional y potencia escénica. Cada acto está impregnado de simbolismo visual: cenizas que flotan como memorias, tumbas que no logran cerrar historias, y silencios que hablan más fuerte que las palabras. El silencio, aquí, no es ausencia: es una forma de resistencia, de duelo, de verdad contenida.
Los temas que atraviesan la obra-memoria colectiva, culpa heredada, pérdida no resuelta, redención silenciosa y reconstrucción social-la convierten en mucho más que una continuación: es una relectura cultural, política y emocional de un mito eterno. En el corazón del texto hay preguntas urgentes y atemporales:
• ¿Quién tiene el derecho de contar una historia?
• ¿Es preferible una mentira hermosa a una verdad dolorosa?
• ¿Puede un niño con una pluma restaurar lo que el odio destruyó?
Rudolph Ortiz, dramaturgo chicano de primera generación, estudiante de antropología y sociología, y apasionado de la literatura gótica y poética, ofrece con esta obra una visión crítica y conmovedora del universo shakesperiano. Su formación académica y su identidad cultural se entretejen para rescatar voces olvidadas, reinterpretar el legado clásico y humanizar la tragedia más allá del romance.
La Caída de Dos Casas no es una historia de amor.
Es lo que queda cuando el amor ha muerto.
Es el eco de los que sobrevivieron.
Y es la promesa de que, si alguna vez se vuelve a contar esta historia,
no sea desde el mito... sino desde la verdad.