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Guatimozin ultimo emperador de méjico
Gertrudis Gómez De AvellanedaSeries: Historia de los países latinoamericanos(0)
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Gualcazinla se ech en el lecho sin contestar y cuando se retir Marina, se quedaba ya, en apariencia al menos, profundamente dormida.Aun no era llegada, empero, la mitad de la noche cuando la guardia percibi extraordinario ruido hacia el paraje en que reposaba Corts, y acudiendo presurosos algunos soldados, vieron salir del aposento a Corts, medio desnudo, plido, ensangrentado, casi despavorido.-Mi general! exclamaron todos: qu desgracia acontece a vuesa merced? De qu proviene la sangre que le corre por el rostro?Los detuvo el jefe, en ademn de penetrar en la estancia de que acababa de salir, y limpindose la sangre con un pauelo que le alarg uno de los soldados, dijo vacilante tras un breve silencio:-No es nada a decir verdad... una pesadilla... un golpe en la frente: ya lo veis, la herida es muy leve: retiraos.Obedeci la guardia, y en el momento en que qued solo el caudillo, apareci en igual desorden que l y saliendo de la misma estancia su dama doa Marina.-Os ha hecho mucho dao? dijo llegndose a Corts con afanosa agitacin. Esa sangre?...-Sale de una herida ligera, respondiole en voz baja: el brazo de la insensata desmay por fortuna al descargar el golpe, y vos, Marina, vos le casteis encima como una leona, no dejndole tiempo para asegundar el golpe.-De buena habis escapado, seor mo! repuso estremecindose la indiana: el pual de que se posesion la frentica loca era el ms agudo de todos los vuestros: felizmente mi sueo es como el de la liebre, y me prestan los celos el olfato maravilloso del perro. S, dueo y seor mo; cuando se aproxima a vos una mujer, percibo su olor aun hallndome distante.-Pero qu habis hecho de esa infeliz? pregunt Hernn, correspondiendo con una caricia a la apasionada mirada que al decir sus ltimas palabras le haba clavado la ardiente americana.-La he ahogado! respondi ella con acento sombro.-La habis ahogado!...-S; inanimada yace como si jams hubiera existido.-Y qu haremos ahora, Marina, para encubrir estos sucesos? Vergonzoso sera para m aparecer matador de una mujer ahogada... y vos... Marina! no echis en olvido que estis casada ya y que yo tengo tambin una esposa!-No os inquietis, dijo Marina con amarga sonrisa: s que debo fidelidad al marido que me habis dado, y aun cuando por vos le olvide, bien sabis, seor, que respeto siempre vuestra paz domstica y cuido de no dar disgustos a la feliz mujer que lleva vuestro nombre. Nadie tiene que saber que me hallaba dichosamente a vuestro lado cuando la desgraciada Gualcazinla intent asesinaros.