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William James, en su libro “Las variedades de la experiencia religiosa” (con prólogo de Aranguren), dedica un apartado a la “Inutilidad de las definiciones simples de religión”. Y Kolakowski escribe: "Nunca estoy seguro de qué es la religión, y menos aún de qué es la filosofía, pero sea lo que sea, la religión incluye la historia de los dioses, de los hombres y del universo". No es este el momento de analizar el significado plural del término "religión". Su origen es cristiano y occidental. Ésta es la razón por la que algunas culturas lo rechazan y otras lo ignoran. La tendencia actual entre los estudiosos es hablar de "religiones" (en plural).
Creo, sin embargo, que lo singular también tiene una larga vida asegurada. En realidad, cada ser humano sólo conoce "una" religión: la que practica o ha practicado. Del resto sólo hay datos, información diversa; pero "poseer información" es algo muy diferente de "saber". Conocer una religión es mirarla por dentro, familiarizarse con ella, sentir que forma parte de la propia vida. Renan afirmó sagazmente que una religión sólo se conoce cuando se abandona. Probablemente se refería al poder cognitivo de la ausencia. La experiencia enseña, por ejemplo, que la ausencia permanente de los seres queridos aumenta su conocimiento. Es posible que el anhelo, el "desaparecido", sea una mejor fuente de conocimiento que el contacto directo. Aplicado al tema que nos ocupa: el abandono de la que un día fue nuestra religión puede perturbarnos por dentro y llevarnos a conocer mejor y valorar más lo que un día tuvimos. La religión pertenece al ámbito de lo "significativo" más que al de lo "científico". Y lo significativo siempre nos afecta y conmueve interiormente.
Creo, sin embargo, que lo singular también tiene una larga vida asegurada. En realidad, cada ser humano sólo conoce "una" religión: la que practica o ha practicado. Del resto sólo hay datos, información diversa; pero "poseer información" es algo muy diferente de "saber". Conocer una religión es mirarla por dentro, familiarizarse con ella, sentir que forma parte de la propia vida. Renan afirmó sagazmente que una religión sólo se conoce cuando se abandona. Probablemente se refería al poder cognitivo de la ausencia. La experiencia enseña, por ejemplo, que la ausencia permanente de los seres queridos aumenta su conocimiento. Es posible que el anhelo, el "desaparecido", sea una mejor fuente de conocimiento que el contacto directo. Aplicado al tema que nos ocupa: el abandono de la que un día fue nuestra religión puede perturbarnos por dentro y llevarnos a conocer mejor y valorar más lo que un día tuvimos. La religión pertenece al ámbito de lo "significativo" más que al de lo "científico". Y lo significativo siempre nos afecta y conmueve interiormente.