Yo, Odiseo, destructor de mundos

En esta epopeya de palabras ardientes y memoria viva, Odiseo no solo viaja por mares o lucha contra monstruos, sino que viaja a las grietas de su alma. Este no es el héroe que simplemente regresa a Ítaca: es el hombre que desafía a los dioses, que duda del destino, que ama y duele, que se recuerda y se consume a sí mismo. Entre cantos y silencios, el poema atraviesa la gloria y el vacío, la guerra y el hogar, la pasión y la culpa, la sed de conocimiento y el imposible deseo de redención. Yo, Odiseo, Destructor de Mundos reimagina al famoso protagonista homérico como un ser múltiple, dividido y profundamente humano. Aquí se enfrenta a Penélope, Telémaco, Atenea, su madre en el Hades, pero también a los espejos de sus decisiones. A cada paso, Odiseo canta, sueña, dialoga, envejece... Y nos pregunta si el verdadero retorno no es al puerto, sino a él mismo. Un poema épico moderno, lírico y poderoso que navega entre los mitos antiguos y las heridas del presente. Porque destruir un mundo real o metafóricamente, tal vez, es solo el primer acto de aquellos que intentan fundar otro.

En esta epopeya de palabras ardientes y memoria viva, Odiseo no solo viaja por mares o lucha contra monstruos, sino que viaja a las grietas de su alma. Este no es el héroe que simplemente regresa a Ítaca: es el hombre que desafía a los dioses, que duda del destino, que ama y duele, que se recuerda y se consume a sí mismo. Entre cantos y silencios, el poema atraviesa la gloria y el vacío, la guerra y el hogar, la pasión y la culpa, la sed de conocimiento y el imposible deseo de redención. Yo, Odiseo, Destructor de Mundos reimagina al famoso protagonista homérico como un ser múltiple, dividido y profundamente humano. Aquí se enfrenta a Penélope, Telémaco, Atenea, su madre en el Hades, pero también a los espejos de sus decisiones. A cada paso, Odiseo canta, sueña, dialoga, envejece... Y nos pregunta si el verdadero retorno no es al puerto, sino a él mismo. Un poema épico moderno, lírico y poderoso que navega entre los mitos antiguos y las heridas del presente. Porque destruir un mundo real o metafóricamente, tal vez, es solo el primer acto de aquellos que intentan fundar otro.